
La incertidumbre es una margarita
cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar.
MARIO VARGAS LLOSA
cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar.
MARIO VARGAS LLOSA
EL VALOR DE DECIRTE ADIÓS.
Juan Pablo Matarredona
No siempre se tiene algo que decir. ¡Ah, pero qué trabajo nos cuesta aceptarlo! Nos atemoriza la simple idea de quedarnos callados o de no tener algo concreto en mente.
Hoy no sé qué pensar. Incertidumbre, me has hecho tu presa; pero fui yo quien te invitó, quien te dio entrada a mis pensamientos y sentimientos. Es bueno, de vez en cuando, dudar de las cosas, pero hay que conocer el justo medio, hay que tener conciencia de cuánto tiempo debe durar esa sensación para que no se convierta en algo dañino. Creo que en esta ocasión no me preocupé por determinar tu estancia y ahora no sé cómo despedirte.
Dicen que el muerto y el arrimado a los tres días apestan. Y ya te has convertido en un sentimiento hediondo. Recuerdo los regalos que me dio un amigo mucho menor que yo, un amigo con mucha inocencia y sin preocupaciones: Dos mascotas que decidí nombrar Casiopea y Gárgamel. ¿Quién iba a pensar lo mal que podían oler? No me costó trabajo tomar la decisión de eliminarlas de mi vida, ahora están de vuelta a su hábitat.
Nadie quiere convivir con algo que le incomoda al olfato. Pero sí somos capaces de sobrevivir con sentimientos inciertos, con dudas que se encargan de enturbiar los pensamientos. He dejado de confiar en todos, el delirio de referencia es el motor de mis procesos mentales.
¡Calla! ¡Pon la mente en blanco!… 1… 2… 3… 4… Qué diferencia, ¿verdad? Comenzamos a aclararnos. El blanco es el color de la pureza, es símbolo de limpieza e inocencia. Por qué temerle al no pensar, al no hablar.
Hoy me atrevo a decirte adiós. Perdona que sea descortés, pero tu estadía me ha orillado a no prestarle la atención suficiente a aquellos que tienen cosas buenas para mí, a los bienintencionados. Ellos no son los culpables de mi falta de confianza, fui yo quien decidió no tenerla, y estuve en un grave error. Hoy lo acepto y busco corregir.
Ahora me resta luchar por recuperarles, y confío en su bondad para perdonar porque confío en ellos. Este es un gran comienzo… ¡Adiós mal olor, adiós putrefacción! Que tengas buena vida en otros seres, mas no en mí.
Hoy no sé qué pensar. Incertidumbre, me has hecho tu presa; pero fui yo quien te invitó, quien te dio entrada a mis pensamientos y sentimientos. Es bueno, de vez en cuando, dudar de las cosas, pero hay que conocer el justo medio, hay que tener conciencia de cuánto tiempo debe durar esa sensación para que no se convierta en algo dañino. Creo que en esta ocasión no me preocupé por determinar tu estancia y ahora no sé cómo despedirte.
Dicen que el muerto y el arrimado a los tres días apestan. Y ya te has convertido en un sentimiento hediondo. Recuerdo los regalos que me dio un amigo mucho menor que yo, un amigo con mucha inocencia y sin preocupaciones: Dos mascotas que decidí nombrar Casiopea y Gárgamel. ¿Quién iba a pensar lo mal que podían oler? No me costó trabajo tomar la decisión de eliminarlas de mi vida, ahora están de vuelta a su hábitat.
Nadie quiere convivir con algo que le incomoda al olfato. Pero sí somos capaces de sobrevivir con sentimientos inciertos, con dudas que se encargan de enturbiar los pensamientos. He dejado de confiar en todos, el delirio de referencia es el motor de mis procesos mentales.
¡Calla! ¡Pon la mente en blanco!… 1… 2… 3… 4… Qué diferencia, ¿verdad? Comenzamos a aclararnos. El blanco es el color de la pureza, es símbolo de limpieza e inocencia. Por qué temerle al no pensar, al no hablar.
Hoy me atrevo a decirte adiós. Perdona que sea descortés, pero tu estadía me ha orillado a no prestarle la atención suficiente a aquellos que tienen cosas buenas para mí, a los bienintencionados. Ellos no son los culpables de mi falta de confianza, fui yo quien decidió no tenerla, y estuve en un grave error. Hoy lo acepto y busco corregir.
Ahora me resta luchar por recuperarles, y confío en su bondad para perdonar porque confío en ellos. Este es un gran comienzo… ¡Adiós mal olor, adiós putrefacción! Que tengas buena vida en otros seres, mas no en mí.
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