Por Juan Pablo Matarredona
Aquello que escoges hoy reverberará durante mil mañanas.
Deepak Chopra, Jamás Moriremos.
Hoy es un buen día para comenzar porque, ¡vamos!, emprender algo nuevo siempre es útil; siempre, inspirador.
¿Te ha sucedido que abres los ojos por la mañana y algo, un no sé qué ni porqué, te dice “órale, huevón, este es el momento” y, tras ese constructivo imperativo interno, pones manos a la obra?
Pues eso mismo me pasó esta mañana. ¡Fue increíble! Desperté dos horas y media antes de lo habitual, y fue como si la luz que entraba por la ventana y que penetraba las cortinas para hacerme notar que éstas no cumplen con su finalidad, tendiera una enorme mano hacia mí para obligarme a saltar fuera de la cama. Luego de que su ímpetu de renovación me sacudiese el sueño y, aunque yo no lo pidiese, también la pereza, decidí descender los veintiocho peldaños que separan a esta planta de la cocina de esta mismísima casa para preparar un café –cliché necesario para comenzar con mi nueva carrera de escritor–. Seamos honestos: ¿Quién se imagina a un escritor sin una taza de café a un lado?
Bueno, bueno, regreso a mi relato.
Después de servir dicha taza con el café más insípido del mundo, pero lo suficientemente humeante como para convencerme de que cumpliré con la imagen soñada, ascendí rumbo a mi estudio completamente decidido a emprender la ilusión de ser escritor y fue ahí cuando me topé con un nuevo reto: contar con mi propia y auténtica máquina de escribir, ya que en este hogar sólo existen cuadernos y bolígrafos. Seamos francos: ¿Quién se imagina a un escritor sin su típica máquina de escribir puramente mecánica? Por lo que llegué a la conclusión de que, antes de comenzar con mi nueva carrera y si es que pretendo hacerlo con el pie derecho (aunque, en realidad, debería hacerlo con las manos, por aquello del tecleo), debo programar una visita a los mercados de pulgas más prestigiados de la ciudad para hacerme de ese imprescindible objeto sin el cual jamás lograré renovarme y emprender mi nuevo oficio.
Pero bueno, esa es misión por programar, pues ya suena mi despertador, lo que significa que es momento de ducharme y dirigirme a ese trabajo tan monótono y aburrido para el cual vivo. Afortunadamente hoy fue un buen día para comenzar; bueno, por lo menos para imaginar cómo debería comenzar. Hasta luego, ya voy tarde para la oficina.
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