jueves, mayo 20, 2010

¡Qué difícil!


Por Juan Pablo Matarredona G.

Ay de aquellos que, con miedo a posibles aflicciones futuras, se queden sentados a la vera del camino llorando un pasado que ni siquiera fue mejor que el presente.
José Saramago.

Qué difícil es no sentirse amado. Qué difícil es no aceptar el amor. Qué difícil es enfrentar tus miedos; qué difícil es enfrentarte a ti mismo. Es difícil percatarte de que no eres un súper héroe, de que no puedes leer la mente de los demás, de que te has engañado toda tu maldita vida.
Y vaya que es difícil cuando se supone que has logrado tanto y, al ver atrás, te das cuenta de que todo lo hiciste sin tener la menor idea de porqué y para qué.
Es muy difícil extrañarla, extrañarlos… extrañarte. Resulta sumamente complicado darte cuenta de que no eres aquél que siempre fuiste, de que no sabes quién eres ni a dónde vas. Qué difícil es llorar y, cuando lo logras, más difícil dejar de hacerlo; las lágrimas corren pero, al parecer, no curan nada, sólo traen la realidad a flote, el dolor a la superficie.
Es difícil no tener ganas, pero más difícil encontrar nuevos ánimos. Difícil levantarse, difícil seguir caminando cuando no tienes fuerza para hacerlo.
Difícil escribir, difícil pensar, difícil decidir, difícil sostener decisiones, difícil sentir, más difícil dejar de sentir.
Pero aún más difícil percatarte de que toda la vida has querido ser amado, de que siempre lo has necesitado. Difícil estar solo; difícil, acompañado. Todo es difícil.
Mejor respira, eso es fácil. Mejor no pienses, eso no es tan difícil. Mejor corre hacia el espejo más próximo que tengas, párate frente a él, grita, aúlla, maldice, llora, déjalo fluir, sácalo todo, tus frustraciones, tus miedos, tus derrotas, tus corajes, tus desamores, tus malas intenciones, tus amores imposibles, tus victorias pendientes, tus dudas, todos tus temores… Y cuando la serenidad haya llegado, respira nuevamente, observa esa mirada cristalina y comienza a hacer lo que siempre quisiste que los demás hicieran para ti: date amor, date cuenta de que eres grande, de que eres fuerte, de que eres sabio, de que ERES. Percátate y convéncete de que puedes, de que debes y de que te debes tanto que no es momento de rendirte. Deja que la tormenta pase, las cosas resultarán para bien, y cuando no caiga una gota más ahí estarán junto a ti aquellos que, por decisión propia, te quieran dar lo que tú nunca te diste sino hasta el día de hoy… Sí, es difícil, muy difícil, pero factible. Es posible… porque tú puedes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

tienes mucha razon... en todo, y dimelo a mi y en este preciso momento, pero si no fuera dificil no se valoraria nada, no tendriamos nocion de ello...

:Ximmo: dijo...

Uy, Juanpis, así es. Lograste darle "al clavo"...
Nada es imposible.

Un saludote y un abrazo.

Anónimo dijo...

amé